Muy atinado el artículo de Alex Arizkun en Diario de Noticias,
Decrecer para vivir mejor. La crisis económica, que es financiera, pero también estructural, es la demostración palmaria del fracaso del modelo de
desarrollo en que se embarcó el mundo occidental hace ya dos siglos. Para empezar, porque lo fía todo al crecimiento, confundiéndolo con el desarrollo y olvidando la vertiente social y política de éste. En segundo lugar, porque no sólo no ha reducido desigualdades, sino que las ha incrementado y condena a la mayor parte de la Humanidad al hambre para que el mundo rico pueda seguir creciendo. La aparente prosperidad y el evidente derroche de éste se asienta en la miseria de los demás. Y en tercer lugar, porque es depredador de recursos y ambientalmente insostenible.
Aunque es mejor hacer los cambios en períodos más tranquilos, la crisis los hace urgentes. Lamentablemente, todo indica que una vez más se va a desaprovechar la oportunidad. El debate, en cualquier caso, es interesante pero, sobre todo, necesario, con muchas cuestiones a resolver:
- ¿Qué cambios hay que hacer? ¿En qué foros se determinan?
- ¿Qué modelo industrial, energético y de transporte es compatible con la sostenibilidad?
- ¿Qué modelo de consumo?
- ¿Qué posibilidades de aceptación social tienen estos cambios? ¿Cómo hay que hacer la pedagogía social? Hay que tener en cuenta que las armas son desiguales. El consumismo desaforado puede ser un espejismo, pero funciona. La tarea es poner a la población frente a una renuncia a elementos que desde hace mucho tiempo están anclados en el subconsciente colectivo como símbolos de bienestar.
- ¿Qué pasa con el mundo subdesarrollado? ¿Qué papel desempeñan?
Son preguntas que me surgen al hilo de este debate y para las que no tengo respuesta. Por ello, bienvenido el debate y bienvenidas sean aportaciones como la de Alex.
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