domingo, 6 de septiembre de 2009

Fundamentalismo constitucional y lecciones de democracia

El fundamentalismo aplicado a cualquier aspecto de la vida, conlleva pérdida de calidad, deterioro y exclusión, porque es dogmático e intolerante por su propia naturaleza. Así ocurre con el religioso y también con el político. En tiempos de Aznar asistimos a la cristalización de una forma de fundamentalismo que podríamos denominar constitucional, que hace de la Constitución un fetiche para excluir a los que no están de acuerdo con su contenido, ignorando que la esencia del constitucionalismo es, precisamente, acoger a quienes, respetando unas mínimas reglas de juego, discrepan. Surge, a partir de esa entelequia, un autodenominado bloque «constitucionalista» que funciona con una lógica excluyente: o conmigo o contra mí y que no tenía otro fin que marginar y finalmente excluir al nacionalismo vasco de cualquier ámbito de decisión.

Una de las consecuencia de ese disparate es la confusión de términos. Así, el grupo municipal de UPN de Pamplona, al justificar la expulsión de la concejala Cristina Sanz, afirma que «seguirá trabajando con el resto de los representantes municipales democráticos», y en concreto (era de esperar) con los que defienden «el Amejoramiento del Fuero y nuestra Constitución» (ambiguo el posesivo).

Pues bien, concejales democráticos son todos los elegidos de acuerdo con un marco político y unas reglas del juego legales. Rubalcaba y sus asesores sabrán el extraño juego al que se dedicaron antes de las últimas municipales y forales, pero todos los concejales actuales del Ayuntamiento de Pamplona son democráticos. Y si no fuera así, habría una anomalía (estado de excepción) sólo imputable a quienes hacen y aplican las leyes que, desde luego, no son los concejales elegidos en la lista de ANV.

A su vez, el PPN considera un agravio que su única concejala (de momento) en el Ayuntamiento de Pamplona comparta la condición de edil no adscrita con los de ANV. La condición de no adscrita es individual, por lo que el razonamiento, además de absurdo, denota muy poco respeto a las instituciones.

A ver si va a resultar que quienes tanto alardean de ser tan democráticos en realidad no son demócratas.

1 comentario:

Casto López Armada dijo...

Pues sí, va a resultar eso.