Tres de ellos (curiosamente, los que esperan seguir en la brega política), en un alarde de sentido de la estética (no haré comentarios sobre su sentido de la ética), devuelven el peluco... dos meses después. Sospechosa tardanza, que quita todo valor al gesto. Se me ocurren dos preguntas:
- ¿Los han devuelto sin usar?
- ¿Es verdad que Roberto Jiménez se pilló un descomunal cabreo porque su reloj era peor que el de Barcina? (4.000 euracos el de ella, sólo 3.000 el de Robertico).
P.S. Después de publicada esta entrada, se ha sabido que Miranda y Sanz han donado un importe equivalente al valor de los relojes de marras a fines diversos. Estoy seguro de que, además, lo hicieron espontáneamente y nada más salir de la comida en que se perpetró el dislate....
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