La panda de la foto, truhanes con alzacuellos, son el último añadido a la ya interminable lista de gestores (por decir algo) bancarios que, después de dejar sus respectivas entidades hechas unos zorros y de obligar a salvarlas con fondos públicos (y, por si había dudas, ya vamos enterándonos de qué significa "públicos"), se van de rositas, cuando no con todos los honores y suculentas indemnizaciones. En este caso con el agravante de que, junto con la representación sindical de Cajasur, también próxima a la Iglesia, le han dado la puntilla a la entidad sin pestañear, simplemente porque su presidente (el mosén bajito del centro) se lleva mal con el de Unicaja. Así que han preferido la intervención del Banco de España (con fondos del FROB) a la fusión. Quizá la experiencia acumulada de que eso sale gratis, tenga que ver con la decisión.
Y por cierto, que el Espíritu Santo anda mal de operativa bancaria, porque el índice de siniestralidad en bancos controlados por la Iglesia (empezando por el mismísimo banco del Vaticano, el IOR) es abrumadoramente superior a la media. Y eso que tienen la ventaja de llevar veinte siglos especulando con lo que no existe...
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