
Lezkairu tiene toda la pinta de terminar de parecida manera. Mientras tanto, se ha acometido una obra de gran calado que implica una modificación drástica del paisaje, seguramente para nada, para que desde la meseta se contemple una gran planicie acementada y vacía. Lo que me genera curiosidad siempre que se intuyen grandes pérdidas privadas por operaciones especulativas es cuánto tardarán las administraciones foral y municipal, y qué instrumentos utilizarán, para socializar esas pérdidas y que los promotores (sindicatos del régimen incluidos), pobres, puedan seguir dedicándose a generar riqueza con la misma generosidad y altura de miras que hasta ahora. El caso de Guenduláin se resolvió de la forma más sencilla y zafia: dándoles la pasta. ¿Y Lezkairu?
(Lezkairu va a terminar como el titular de su principal vía: mucho ruido, mucho daño y pocas nueces: ¿justicia poética?)
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