Varios colectivos han convocado una concentración festiva mañana, para reivindicar el cambio de denominación de la plaza-ahora-dedicada-a-un-título-nobiliario (por eso la Yoli cuela a su hijo en las atracciones: se piensa que nos lo tragamos todo), pero que es un monumento (toda ella, mamotreto-ahora-llamado-sala-de-exposiciones incluido) al franquismo, con todo lo que llevó consigo, y a uno de sus personajes más siniestros. Aunque parezca paradójico, Barcina y su troupe, utilizan la excusa de no remover el pasado o de no abrir viejas heridas, precisamente para mantener la memoria histórica y el recuerdo permanente. Pero la memoria histórica, con tonos laudatorios y apologéticos, del genocidio, de los crímenes de guerra, de la represión brutal, del sojuzgamiento de la mujer (correspondió al conde de Rodezno precisamente abrogar la más igualitaria legislación republicana), de la violación de toda clase de derechos humanos... es decir, la memoria histórica y el recuerdo permanente de lo que Mayor Oreja denominaría «años de extraordinaria placidez».Las losas que cubren los restos de Mola y Sanjurjo unos metros más abajo son infinitamente más livianas que la chapa que contiene el nombre (tan barciniano como ilegítimo e inmoral) de esa plaza, auténtico baldón para toda la ciudadanía. Una buena razón para acudir y dejar claro que esta vez no van a poder.
